La corrupción es inherente a las burocracias políticas, no importa en qué tiempo, pues hay individuos que acceden al poder con el solo objetivo de enriquecerse, así fue desde la Revolución Francesa (Danton era un corrupto, además de otros) hasta el día de hoy.
Cuando el régimen es una dictadura como la implantada en España durante 40 años, un poder absoluto dio lugar a una corrupción absoluta, eso sí, no trascendía a la prensa y todo se limpiaba en las letrinas del poder. El pueblo quedaba al margen, y pocos eran los avisados sobre semejantes comportamientos.
Un ejemplo lo tenemos -a escala aldeana, si se quiere, pero corrupción a la postre- en el hecho que llegó a denunciar un guardia municipal en febrero de 1939; y en los acontecimientos vividos en las escalinatas de las Consistoriales en octubre de 1939, que acaban con el cese fulminante del alcalde José Cervilla Gálvez.
Este será destituido en octubre de 1939 entre acusaciones de graves irregularidades relacionadas con el dinero del Ayuntamiento (abastos y tasas municipales, el trapicheo con el tocino y las alubias entre Pravia y Laviana). Así que al ser sustituido, provisionalmente por Martínez Fernández, y luego, por Graciano Fernández, y definitivamente por Modesto Arrieta Fernández, este decide incoarle un expediente de responsabilidades con fecha 20 de agosto de 1940 "por su gestión administrativa durante el periodo comprendido entre diciembre de 1937 hasta el día 10 de octubre de 1939" en que fue cesado fulminantemente, "motivado a su intervención en asuntos de abastos". Se nombrará juez instructor a otro que sería posteriomente alcalde, Atanasio Pandiella Arrieta.
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